La  Virgen de la Sierra se halla indisolublemente a la historia de su Santuario, lugar erigido en meta de peregrinaciones desde  hace siglos y faro espiritual de la inmensa comarca que desde su altura se divisa.

Se apunta a poco tiempo después del acontecimiento del hallazgo de la Santa Imagen, en el siglo XIII, como fecha de construcción de la primitiva pequeña ermita, que sufriría diversas reconstrucciones y modificaciones, siendo destacada la gran ampliación iniciada en 1591, que le daría buena parte de su actual fisonomía. Desde ahí hasta el siglo XVIII, la iglesia se enriquecería notablemente con retablos como el mayor, de Melchor de Aguirre, y otros laterales en los que trabajaron maestros tallistas como Pedrajas. A la par, las dependencias anejas irían creciendo para dar cobijo a santeros, capellanes, peregrinos, caballerizas…

La historia del Santuario es riquísima tanto por el devenir de la Santa Casa de la Virgen como de su entorno, caminos, propiedad del agua, etc.

Pero el enclave de esta “Casita Blanca”, competía tanto en belleza como en la dureza de sus condiciones meteorológicas, lo cual procuraría continuos desperfectos en su obra y ornamentos y también continuas necesidades de mejora y mantenimientos. Por ese motivo se perdería buena parte de su riqueza artística que en las actuales décadas, de forma paulatina se va recuperando, devolviendo a aquel templo su antiguo esplendor.

Historia del Santuario

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