Se trata de un acontecimiento que ha cobrado en las últimas décadas rasgos de fenómeno sociológico del sentir egabrense.

El objeto de bajar anualmente a la Virgen de la Sierra a la Ciudad no es otro que la celebración de su «fiesta grande» el día 8 del mismo mes, dando inicio con este multitudinario traslado a la “Feria y Fiestas en honor de María Santísima de la Sierra”.

El día 4, desde por la mañana, son numerosas las personas que se preparan para subir al Santuario de la Virgen de la Sierra. Unos a pie y otros utilizando los medios que pone a disposición de todos la Cofradía de San Rodrigo y Costaleros de la Virgen de la Sierra, llegan al Picacho para esperar que a las cuatro de tarde y tras el rezo del rosario, la Virgen de la Sierra, en sus andas de viaje, se disponga a atravesar el arco de la puerta de la Iglesia del Santuario, iniciando así un camino lleno de emoción y alegría en el que los egabrenses y devotos de la Virgen, la acompañan hasta llegar a Cabra.

Tras varias paradas en «la Viñuela», «los Colchones», «la Salve» y «Góngora», la Virgen arropada por su pueblo y con numerosos caballistas, llega hasta el «paso a nivel» donde la gente espera impaciente la llegada de la «Celestial Viajera». Al llegar a la calle Maíz Castro, la bandera se revolea ante la Virgen, que se acerca ante la multitudinaria concentración de personas a la Parroquia de San Francisco y San Rodrigo, donde será preparada para luego iniciar la procesión de entrada oficial, que tiene lugar en los arcos de la antigua calle Baena siendo recibida por el clero local, imponiéndole el Alcalde la vara de «Alcaldesa Perpetua», honor que ostenta la Patrona desde el año 1958.